Quiero contarles la historia de “Bebeto”;…uno más de los muchachos del barrio. De familia humilde y escasa educación, solía buscar en la calle la compañía que no tenía en su casa; es así como con once años coge su primera borrachera, de ahí su apodo; parece gracioso, pero nada más lejos de la realidad. Por desgracia, Bebeto poco a poco se convierte en el comodín constante para la broma de turno, si, el de esas tardes aburridas donde lo único que quedaba era ¡joder al más pendejo! y claro, ahí estaba Bebeto, el de siempre, el mismo que tampoco gozaba de la simpatía de las féminas y que pronto aprendió a disipar sus penas aferrándose a esa botella que nunca le cuestionó. Es así como lo recuerdo desde el último día que lo vi, en la esquina, agarrado a la botella como si se dejara la vida en ello, que ironía;... con un ojo cerrado y el otro escudriñando el fondo desde el agujero como si tratara de encontrar en su interior algún mensaje quizás mas halagüeño que el que pudiera recibir mirando afuera; algún mensaje de esperanza, algún mensaje de cariño, de amistad, en fin, ....algún mensaje en su botella. Nunca sabré si lo logro. Bebeto murió hace un mes de cirrosis hepática. Aún conservo conmigo una de las botellas ( quizás la última ) que tantas veces acompañaron su soledad.He aquí su foto.
Caramba, ahí bien escondidito estaba la respuesta de los males de Bebeto; el ''te quiero'' curador de soledades y matador de agonías.
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