Cólera, rabia, ira,
son como la espesa niebla,
que te aturde, que te nubla, que te ciega.
Tanto, que hasta en lo mas leve
te hieren por haber herido,
te hunden ante el encuentro del error,
y el flagelar del arrepentimiento;
entonces y solo entonces,
abrimos la puerta del perdón,
de su magia, grande por partida doble;
grande porque enaltece la humildad de quien lo pide
y grande, pero mucho más grande,
porque dignifica la virtud de quien lo da.
Negomorey 9/ enero/ 2010
Supuestamente, las conexiones cerebrales que hacen posible la ira, inhiben la de la cordura.... algún juego de la naturaleza para la supervivencia de un hombre cuerdo que necesita segudos de locura.
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